Un camino hacia la llamada de Dios que, de manera curiosa, ha contado que surgió a través de la música, concretamente de las canciones del disco “Señales de humo” del grupo La Fuga, que una amiga le envió por Internet, en las que Alfonso Sáenz notó “esa presencia providencial en mi vida, que me daba ánimos y esperanza para salir de la situación en la que me encontraba”.
Antes, ha reconocido que había habido otras ocasiones en las que cree que “había ido rechazando lo que Dios me iba ofreciendo, por escoger mi propio camino”, pero fue entonces cuando se dijo “por qué no”, empezó “a confiar” y comenzó el camino de esa búsqueda hasta que se fue encontrado “cómodo” y se convenció “de que era mi sitio”.
Hasta ese momento, hasta sus 33 años, Alfonso Sáenz, que trabajaba como fontanero, ha explicado que había llevado la vida como cualquier otro joven y que todo el sentido giraba en torno al fin de semana, a estar de fiesta y con su gente.
Un dinámica con la que considera que “vas perdiendo el sentido de lo que realmente es la vida, en la que a través del trabajo y del esfuerzo vas consiguiendo las cosas que merecen la pena, pequeñas cosas y pequeños gestos que son los que de verdad te van llenando por dentro y ves, que de verdad, merece la pena vivir”.
Así las cosas, ha reconocido que primero tuvo que admitir él mismo lo que le estaba ocurriendo y que vivió solo todo este proceso inicial, “con mis diálogos internos y mis dudas” porque “me costaba mucho admitirlo, me parecía una locura”, hasta que se atrevió a compartirlo y contarlo, primero a sus padres y a un tío suyo sacerdote, y después al resto de su gente.
Para ello ha incidido en que tuvo que “romper prejuicios” y “abrir la mente” por el rechazo que muchas veces hay a la iglesia y a Jesucristo, pero “poco a poco fui dándome la oportunidad de ver qué sentido cristiano tenía lo que me estaba ocurriendo”.
Desde entonces, ha asegurado que ha ido descubriendo la iglesia, que solo conocía de manera muy superficial, y convenciéndose a sí mismo del camino iniciado, en el que ha reflexionado y sometido todo a crítica, hasta que las piezas le han ido encajando.
Y aunque muchos de su entorno más cercano incluso habían “hecho una porra” convencidos de que no aguantaría mucho tiempo en el seminario, él ha ido dando, no sin mucho esfuerzo, todos los pasos necesarios hasta que el pasado 18 de marzo fue ordenado diácono.
Así, Alfonso Sáenz, que ha asegurado que en este tiempo ha encontrado el apoyo de todos, espera con emoción dar, este próximo domingo, el último paso para el inicio de su “nueva vida”, su ordenación como sacerdote, tras lo que se convertirá en párroco de distintos pueblos del entorno de Villoslada de Cameros.
A este respecto, y aunque reconoce que no se ha hecho muchas expectativas, ha afirmado que “lo primero es aterrizar dentro de esa comunidad e integrarme”, “saber escuchar, aprender de la gente y conseguir un grupo que nos ayudemos mutuamente, compartiendo la responsabilidad eclesial, porque todos somos iglesia”.
Por cierto que la parroquia de Arnedo tiene previsto habilitar este domingo un autobús para todas las personas que quieran acudir al acto de ordenación sacerdotal de este arnedano, que también se podrá seguir a través de Internet, en la web de la Diócesis, www.iglesiaenlarioja.org
Además, lo podremos ver el próximo lunes oficiando sus dos primeras misas en Arnedo “con mucha alegría, pero también mucho respecto”, y la del sábado 22 de septiembre, a las seis y media de la tarde, en la iglesia de San Cosme y San Damián.