Miranda Maldonado ha recordado que nació “por accidente” en el antiguo Hospital de los Pobres de Calahorra, en 1944, y que fue el primer bautizado de la parroquia de los Santos Mártires. Huérfano de padre desde los 8 meses, fue su madre la que alentó, promovió y apoyó su fe y su vocación. A los 12 años ingresó en el Seminario, gracias al apoyo de Don Atilano, párroco de Villarroya, y a los 24 fue ordenado sacerdote en la Capilla Mayor del Seminario de Logroño, teniendo como referentes a don Eliseo, don Francisco y su primo Fernando, también sacerdote.
Al día siguiente, el 22 de junio de 1969, ofició su primera misa en la Iglesia de San Cosme y San Damián y recuerda que los vecinos de la calleja de los Candiles, en la que vivía, colocaron una alfombra de flores hasta la calle Preciados y la iglesia para celebrar con él ese momento tan importante.
A partir de ahí estuvo un par de meses en Arnedo pero su primer destino como párroco fue Laguna de Cameros, en donde estuvo dos años.
Luego pasó por el Valle de Ocón; el seminario, como formador; ejerció durante seis años en Arnedo y después en Herce, Préjano y Santa Eulalia, antes de marchar a la localidad riojalteña de Huércanos, donde celebró sus bodas de plata y desde donde volvió a Calahorra.
Ya en 2002, como era su deseo desde hacía tiempo, pudo trasladarse a África, a una misión en Benín, a la que ha vuelto este mismo mes de julio, con el fin de celebrar allí también sus bodas de oro sacerdotales, como ha hecho en el resto de lugares en los que ha estado durante este tiempo.
Lugares de los que, según ha dicho, ha ido extrayendo diferentes enseñanzas a lo largo de la vida, sobre todo en África, “en donde aún se admiran de la palabra de Dios y confían mucho más que nosotros”.
Cuando regresó de África, Miguel Ángel Miranda estuvo dos años como director del Hogar Sacerdotal de La Rioja y luego volvió al valle de Ocón. Estuvo también seis años en la comarca del Alhama-Linares y desde hace cinco ejerce en su ciudad, en Arnedo, en donde el próximo 8 de septiembre oficiará la misa de la patrona, la Virgen de Vico, poniendo así el colofón a la celebración de este cincuenta aniversario en el que asegura que, si tuviera que volver a tomar la decisión, sin ningún tipo de duda, volvería a elegir ser sacerdote.