El pasado jueves, la consejera de Agricultura se reunió con el secretario general de Agricultura y el director general de Sanidad de la Producción Agraria del Ministerio para avanzar en la búsqueda de soluciones, en lo que también trabajan tanto el Centro Tecnológico de Investigación del Champiñón (CTICH), ubicado en Autol, como la asociación de productores Asochamp.
El presidente de esta última, Francisco Tomás Sáenz, ha explicado en Radio Arnedo este miércoles 3 de febrero que las investigaciones llevan su tiempo y que, de momento, hay pocos avances, aunque las bajas temperaturas de estas últimas semanas ha mejorado un poco la situación.
Esto, ha dicho, unido a los protocolos de actuación que se dieron desde el CTICH y Asochamp ha hecho que estén “bastante mejor que en noviembre”, pero con miedo a que en la primavera el hongo vuelva a atacar con más incidencia.
Tomás Saénz ha explicado también que, aunque el “pelo” es una enfermedad que está afectando a los cultivos a nivel europeo e incluso mundial, en La Rioja la preocupación es mayor que en otros lugares porque el hecho de que aquí las explotaciones estén muy próximas facilita su propagación a través de las esporas del hongo, a pesar de que se utilicen filtros a la hora de ventilar las naves.
Por eso, ha añadido, “somos los que más estamos luchando intentando buscar una solución a esta enfermedad, porque en el resto de Europa –donde las explotaciones están muy alejadas unas de otras- no es tan preocupante como puede ser aquí”.
Con esta situación, unida a otros condicionantes, algunos cultivadores riojanos de champiñón, “aunque no muchos”, han decidido ya abandonar el sector, que es el segundo agrario en importancia en nuestra comunidad, sólo por detrás del vino.
Según el presidente de Asochamp, “se estima que la producción pudiera ser incluso un 15% menor que la de años anteriores y eso, unido a los incrementos de los costes de por lo menos otro tanto, hace que sea una situación delicada”.
Aun así, Francisco Tomás Sáenz ha destacado que los champiñoneros son optimistas, a pesar de que a este hongo fito-resistente se unen actualmente los incrementos de precios de la energía o del transporte y el hecho de que el precio del champiñón no haya variado desde hace muchos años.
En este sentido, ha indicado que “dependemos mucho del gasoil para la calefacción y de la luz, porque cultivamos de puertas adentro, y este año los costes han subido muchísimo. También ha subido el transporte y estamos trayendo la turba desde el Báltico. Los precios de los contenedores de barco se han multiplicado pero no nos sube el precio de venta (del champiñón), así que esto ha sido la puntilla, pero lucharemos.
Seguiremos siendo optimistas. Estoy seguro de que encontraremos la solución, como siempre hemos hecho. Siempre hemos salido de situaciones difíciles y esta vez no será diferente”.