Una exposición en la que ‘Monta’ refleja algunas de sus principales preocupaciones sobre la realidad que nos rodea, como el cambio climático, las guerras, la pandemia o la violencia de género, en algunos casos de forma explícita y en otros sugiriendo cuál es el mensaje que quieren transmitir.
Abad se ha confesado “un apasionado de la madera”, aunque está abierto a la utilización de otros materiales, y ha recalcado que sus obras son “el vehículo de expresión y comunicación de mis inquietudes sociales” con “mis intuiciones plásticas y artísticas”.
Según ha dicho, “estamos atravesando unos tiempos muy fuertes, con la pandemia, los cascos polares se están fundiendo, hay un desarrollo exagerado e hiperrápido en la evolución de los científicos, de la industria, de la economía. Todo ha cambiado mucho y estamos llevando al planeta a una situación complicada, por lo que nos está dando señales de que no aguanta esa evolución tan rápida y exagerada. De ahí el título de la exposición. Nos manda mensajes de la destrucción al a que está sometido y es lo que yo estoy plasmando en las esculturas”.
Abad ha explicado que “contemplo mi realidad y quiero ser consecuente y consciente de lo que me rodea, no mirar para otro lado sino hacer frente a los problemas. Sé que los escultores o los artistas no tenemos el poder. El poder lo tienen el dinero, el capitalismo, los políticos. Nosotros somos personas sencillas y humildes pero tenemos el derecho de expresar lo que sentimos y lo que vemos y eso lo que hago”.
En su opinión, “la mejor manera de comunicación entre los humanos, que tenemos raciocinio, sentido común y capacidad intelectual es con la belleza que, para mí, se consigue en el equilibrio entre el contenido y la forma. Me interesa más algo que tenga contenido, no una forma bella que no dice nada”.
Jesús Abad, que cree que “la inspiración te debe encontrar trabajando en el taller”, siempre se ha interesado también por buscar y aprender distintas técnicas para trabajar con la madera. De hecho, forma parte desde sus inicios (en el año 2000), de un movimiento que existe en España con el fin de recuperar y rescatar el oficio de tornero, que debido al desarrollo tecnológico lo hacía obsoleto desde un punto de vista práctico-productivo; aunque es muy adecuado para la expresión artística.
Además, asiste anualmente a los “Encontros de Torneiros” en Galicia, un encuentro internacional en el que participan grandes torneros del mundo y adonde acude en busca de sus enseñanzas.
Una vez jubilado de su trabajo como obrero del sector del calzado, ‘Monta’ puede dedicarse plenamente a una pasión por el arte que surgió en su más tierna infancia, cuando, en el taller de carpintería de su tío Rufo Ibáñez, comenzó a confeccionar juguetes rudimentarios bajo su supervisión.