En la muestra habrá diferentes tipos de pastas y dulces, como turrones, polvorones, mazapanes, pastas de té, ‘delicias de Vico’ o ‘alegrías’, que se elaboran con una receta especial de santa Hildegarda, una abadesa, compositora, escritora, filósofa, médica y mística alemana del siglo XII, tal y como ha explicado en Radio Arnedo la madre superiora del Monasterio de Vico, sor Isabel Rivero.
Rivero ha añadido que en la muestra también se podrá encontrar alguna crema elaborada con hierbas aromáticas, artículos de porcelana y velas. Pero este año, como novedad, el público podrá ver además la imagen de la Virgen de Vico que se venera en su monasterio, junto con una explicación sobre la talla y su historia.
Como complemento a la exposición, el sábado 30 se ha previsto un taller de elaboración de pastas, que tendrá lugar a las diez de la mañana en el monasterio. La participación es gratuita y las quince plazas disponibles se adjudicarán, por orden de inscripción, en el Centro Fundación Cajarioja-Bankia de Arnedo.
Rivero ha explicado también que el domingo 1 de diciembre habrá visitas guiadas al Monasterio de Vico a las 16.00 y a las 16.45 horas y ha recordado que los primeros sábados de mes, entre octubre y junio, tienen lugar los retiros espirituales organizados junto con la parroquia, de 10 a 13 horas, abiertos a todas las personas que quieran asistir.
La madre superiora de Vico, que llegó a Arnedo en octubre de 1991, ha estado en nuestra emisora junto al párroco Javier Marín que precisamente el último día de la exposición “Ora et Labora”, el 30 de noviembre, celebrará el décimo séptimo aniversario de su ordenación.
La Comunidad de monjas que actualmente habita el monasterio de Vico pertenece a la Orden Cisterciense, fundada a finales del siglo XI, y posee un origen casi tan antiguo como la orden, ya que fue fundada probablemente en el siglo XII en la villa de Olmedo, (Valladolid), donde ha residido hasta mediados del siglo XX. Posteriormente vivió unos años en Ampudia (Palencia) y llegó finalmente a Vico en 1977.
La vida de las monjas cistercienses es esencialmente contemplativa. No ejercen un trabajo apostólico externo sino que, “a través de la oración, el trabajo manual, el silencio y la austeridad de vida, actualizan la obra de intercesión de Cristo, presentando ante el Padre a todos los hombres con sus angustias y esperanzas, sus tristezas y alegrías».