Así lo ha señalado el responsable de Parques y Jardines del consistorio arnedano, Carmelo Pérez-Aradros Rodríguez, quien afirma que las altas temperaturas alcanzadas en las olas de calor de este verano “refuerzan la importancia de contar con refugios climáticos, espacios capaces de ofrecer alivio térmico a la población, tanto en invierno como, especialmente, durante los episodios de calor como el que atravesamos”.
Pérez-Aradros indica que un refugio climático es un espacio —natural o urbano— diseñado o adaptado para proporcionar confort térmico durante condiciones meteorológicas extremas. Estos refugios pueden ser interiores (como bibliotecas, centros cívicos o edificios públicos climatizados) o exteriores, como parques con arbolado y fuentes, elementos naturales que no solo ofrecen sombra, sino que contribuyen activamente a reducir la temperatura ambiente de forma sostenible.
En el caso de Arnedo, recuerda que ya cuenta con espacios que actúan como refugios climáticos al aire libre, como el Parque del Cidacos, el Parque de Gloria Fuertes o el Parque de Entreviñas. También en calles como la Avenida del Cidacos se han identificado zonas con bancos a la sombra de los árboles y puntos de agua potable, como el situado junto a la guardería municipal.
El jefe de la brigada municipal de Parques y Jardines, explica que una reciente observación realizada el 16 de junio, a las 16:00 horas, muestra de forma clara el impacto del arbolado en la mejora del confort térmico. Así, mientras que bajo la sombra de los árboles la temperatura era de 33,9 ºC, al sol superaba los 42,7 ºC, una diferencia cercana a los 9 grados.
Aún más llamativa –añade- es la diferencia de temperatura en superficies: el asfalto al sol alcanzaba los 53,3 ºC, mientras que bajo la sombra apenas superaba los 34 ºC. Elementos urbanos como fachadas o barandillas metálicas llegaban incluso a superar los 60 ºC.
A su juicio, “estos datos evidencian la urgencia de repensar nuestras ciudades y adaptarlas para hacer frente al calentamiento urbano, también conocido como isla de calor, fenómeno que eleva varios grados la temperatura en las zonas urbanas respecto a las áreas rurales circundantes, debido principalmente a la acumulación de calor en edificios y pavimentos, y al uso de vehículos y aparatos de climatización”.
Además, considera que “frente a esta situación, el arbolado urbano se revela como una herramienta de primer orden. No solo proporciona sombra, sino que, a través de la evapotranspiración —el proceso natural por el que los árboles liberan parte del agua que absorben a través de sus hojas—, refresca el ambiente y mejora el confort térmico. Cuanto mayor es el árbol y su superficie foliar, mayor es este efecto. Además, los árboles permiten una mejor circulación del aire bajo sus copas, lo que refuerza esa sensación de frescor que todos hemos experimentado alguna vez bajo su sombra”.
Por todos estos motivos, incide en que “aumentar la presencia de árboles en calles, plazas y parques —especialmente en zonas que actualmente carecen de sombra suficiente, como parte del Casco Antiguo— es un reto que debemos abordar con decisión. Porque cada árbol cuenta, y porque en un futuro donde las temperaturas extremas serán más frecuentes, invertir en naturaleza urbana es invertir en bienestar”.

