En una nota de prensa, el colectivo recuerda que los objetivos de cualquier intervención arqueológica tienen como punto de partida la investigación: documentar aspectos estructurales, funcionales y cronológicos del elemento patrimonial sobre el que se trabaja, en este caso un tramo de cloaca de Calagurris, teniendo asimismo muy presente su conservación y su interpretación histórica.
Explicad que la excavación arqueológica se realiza con metodología arqueológica tanto en el desarrollo de la propia excavación como en la recogida y registro de datos. Se trata de identificar y definir estratos de tierra, superficies de destrucción, fosas, rellenos, muros, revestimientos y pavimentos, entre otros, siguiendo el orden inverso al de su formación.
Detalla que, en el caso de esta cloaca, se han comenzado a excavar los niveles de colmatación más modernos para acabar en el fondo donde se depositaron los niveles más antiguos.
Los diferentes estratos –denominadas ‘unidades estratigráficas’ (UE)- se distinguen por su compactación, coloración, textura, composición y materiales, entre otros elementos.
Una vez identificada cada unidad estratigráfica, se elabora una ficha en la que se registran datos como el color, la composición, la compactación, su secuencia física y secuencia estratigráfica.
Amigos de la Historia añade que, durante el proceso excavación, se lleva a cabo un registro gráfico de cada una de las unidades estratigráficas identificadas, mediante la realización de croquis a mano alzada, dibujo lineal a escala de planimetrías, alzados y topografía. También se tomarán fotografías para la elaboración mediante programas de ordenador de ortofotos y modelos 3D.
Entre los rellenos de tierra aparecen fragmentos de cerámica, restos óseos de animales, objetos de hierro -clavos-, fragmentos de vidrio o restos constructivos como tégulas (tejas). Todos estos materiales se recogen y etiquetan para su posterior tratamiento en el laboratorio (limpieza, lavado, siglado e inventariado).