En este caso, Cáritas ha querido esperar a que Alfonso Ruiz regresara a su ciudad natal para hacerle entrega de este dinero que destinará al mantenimiento de dos centros en Yaundé (Camerún) en los que se acoge a niños y niñas de la calle.
Menores de 18 años, algunos de ellos de tan solo 5 y 6 años, que viven, duermen, comen y trabajan en la calle, sin que ningún adulto se haga responsable de ellos.
Alfonso Ruiz ha incidido en que estos chicos y chicas están viviendo “en la sociedad de la calle, paralela a la sociedad normal”, de la que se les intenta sacar.
Ha explicado que estos niños y adolescentes “no van a la escuela, pero son educados e la calle, con los valores de la calle”, por lo que la mayoría de ellos es vista como “niños perdidos para la sociedad, en la que tendrán muy difícil integrarse”.
En un 80 por ciento son niños que han dejado a sus familias por distintos problemas difíciles de abordar.
Ruiz ha señalado que “estos son los niños con los que pretendemos trabajar para su reinserción familiar o/y social”.
En este sentido, ha recalcado que “el mejor sitio para estos menores es su familia, por eso la prioridad es que se integren, pero cuando están totalmente desestructuradas la reinserción familiar es muy difícil y se intenta la social”.
Alfonso Ruiz, que lleva 52 años como misionero en África, treinta de ellos en Camerún, ha explicado que los educadores que trabajan en estos centros primero tienen que ganarse la confianza de estos niños, a los que después se intenta ayudar.
En estos centros “de escucha”, que están abiertos de 10 a 17 horas, pueden pasar el día, les dan algo de comer y, cuando se sientan con confianza, podrán contar su historia.
También ha dicho que, junto a estos espacios, tienen los ‘hogares de estabilización’ o internados, en los que se les escolariza y se les cuida, con la idea de que vuelvan con sus familias.
Pero cuando esa reinserción no es posible, también se les intenta dar una formación técnica para que puedan tener un oficio con el ganarse la vida.
En algunos casos, también hay quienes estudian Bachillerato o carreras universitarias, pero, desgraciadamente, otros vuelven a la calle en donde la esperanza de vida no supera los 35 años.
Con todo, Ruiz ha incidido en que estos chavales de la calle “existen en todos los países y continentes”.